«Ha llegado la hora de la mujer que comparte una causa pública y ha muerto la hora de la mujer como valor inerte y numérico dentro de la sociedad. Ha llegado la hora de la mujer que piensa, juzga, rechaza o acepta, y ha muerto la hora de la mujer que asiste, atada e impotente, a la caprichosa elaboración política de los destinos de su país, que es, en definitiva, el destino de su hogar”, Eva Perón.
Un día Internacional de la Mujer distinto: ¡Paramos y decimos basta!
Desde 1911 conmemoramos el Día Internacional de la Mujer en reconocimiento a la lucha de 146 mujeres neoyorquinas que fueron asesinadas y calcinadas en un incendio, a principios del siglo XX.
A más de un siglo de aquel genocidio, la opresión a la mujer continúa visibilizándose y en algunos casos se profundiza. En un contexto de emergencia por violencia de género este 8 de marzo, mujeres de todo el mundo nos vemos forzadas a marchar para que no nos maten, ni nos violen, peguen o prendan fuego. Decidimos parar y decir basta a esta realidad.
Con la memoria de las rionegrinas Micaela Bravo, Natalia Baez, Mónica Sáez, Ruth Sagaut, Jackelin Candia, Ailin Parra, Yanina De Yuliis, asesinadas en el último tiempo junto a tantas otras; nos movilizamos y exigimos que se reconozcan nuestros derechos.
Como trabajadoras pedimos que se nos respete y garantice una igual remuneración por igual tarea; que se reconozca nuestra plena libertad, porque sabemos que una mujer económicamente dependiente de su pareja, tiene muchos menos recursos para decirle no al maltrato. También exigimos el derecho de contar con una educación integral que nos permita decidir cómo vivir nuestra sexualidad y afectividad, sin sometimientos de ninguna clase.
Demandamos que como mujeres no tengamos que pedir permiso para estudiar, trabajar, expresar un pensamiento crítico o simplemente tener vida social; nos plantamos para dejar de hacer el 76% del trabajo doméstico no remunerado, para al fin conquistar una verdadera equidad. Reclamamos, sobre todo, no tener que morir por el hecho de ser mujeres.
En 2016, hubo una cifra de 290 femicidios, más que en 2015, cuyas víctimas fueron 286, y más que en 2014, año en el que 277 mujeres fueron asesinadas. Asimismo, se incrementó el número de femicidios vinculados: casos en los que el femicida, además de matar a su víctima directa, atacó a parte de su entorno afectivo para causarle un daño irreparable a su víctima directa, como ha ocurrido con hijos e hijas.
Es menester entender que la violencia sexista es una problemática política, cultural, social y fundamentalmente, de Derechos Humanos. La grave situación que vivimos tanto las mujeres, como las niñas y los niños, debe encender una alerta en el conjunto de la sociedad, abordando este tema como un problema nada menos que civilizatorio.
No podemos desconocer el rol del Estado en lo que refiere a la integridad física y psíquica de las personas, como tampoco en su responsabilidad de concientizar a la población. Por ello, tampoco aceptamos un nuevo recorte como el realizado el año pasado por el Gobierno Nacional, que discrecionalmente redujo 67 millones de pesos del presupuesto destinado a combatir la violencia machista.
No bajemos los brazos, mantengámonos unidas y tengamos siempre presente que a lo largo de nuestra historia hemos derribado muchos muros. Con cada uno de esos pasos hemos contribuido a la construcción de un futuro más justo.
Hoy es un día histórico, paramos para decir basta y nos plantamos para conquistar la verdadera igualdad.