Estamos siendo testigos de un avasallamiento a la libertad de expresión. La intervención de los medios públicos y su intención de privatizarlos, desconoce la Ley de Medios y hiere gravemente el derecho humano a la comunicación.

Vivimos desde hace un tiempo, como funcionamiento del gobierno nacional, un ataque virulento a periodistas -en su mayoría mujeres-, marcando el camino de una escalada permanente. La represión en el Congreso la semana pasada dejó un saldo de 285 heridos, de los cuales 35 son periodistas y comunicadores sociales. Buscan atemorizar a la población en general, e impedir que la prensa pueda informar cómo están gobernando la Argentina.

Los medios públicos cumplen una función social. En momentos límites, como la pandemia, sólo los medios públicos brindaron contenido educativo. Además, Radio Nacional es la única emisora que llega a los parajes más alejados del interior profundo de la Patria. En Río Negro, tiene presencia en Bariloche, El Bolsón, Ingeniero Jacobacci, y Viedma. Dónde no hay internet o señal telefónica, los pobladores utilizan la Radio para comunicarse. Su cierre, sólo fomentará aún más el desarraigo. El profundo desconocimiento del rol comunitario de Radio Nacional, exhibe la mirada unitaria del gobierno nacional.

La democracia es multiplicidad de voces. Eso implica convivir con aquellos que opinan distinto y para garantizarlo , es importante contar con la voz de los medios públicos, que no corren atrás de la agenda de los grandes auspiciantes y nos permite escuchar otras campanas.

Todos los países -incluyo aquellos que admira el Presidente- tienen medios públicos. La Public Broadcasting Service PBS, comanda los más de 350 medios públicos que conviven en EEUU. Cadenas como la BBC de Londres, Radio Nederland, o la RAI de Italia, tienen fama mundial. France télévisions, o la ARD con múltiples canales en Alemania, van en el mismo sentido. Incluso, Brasil cuenta con La Empresa Brasil de Comunicação.

Para finalizar, en los medios públicos encontramos a trabajadores y trabajadoras, profesionales de enorme trayectoria, que no deben ser enviados a la calle. ¿Cuál sería la ganancia de tantos atropellos?, ¿vender los terrenos y edificios que forman parte del patrimonio cultural del país? Los negocios inmobiliarios, el desprecio a lo público, y la fobia a la pluralidad de voces, es muy destructivo. La Argentina necesita edificar un futuro.